Mantener una vivienda, un edificio o un local comercial requiere de unos cuidados constantes. Pero, además de las tareas de higienización habituales, es imprescindible llevar a cabo una limpieza general cada cierto tiempo. Según las características y el uso del espacio, habrá que calcular cada cuánto es necesario realizar este tipo de saneamiento, aunque lo recomendable es efectuarlo, al menos, una vez al año. El primer paso es elaborar un plan de trabajo, ya que así podrás distribuir mejor el tiempo que dedicarás a cada zona.
Ante todo, tienes que proveerte de los productos y útiles de limpieza necesarios para ejecutar el trabajo. En el caso de las limpiezas generales domésticas, una escoba, un recogedor, un cubo y una fregona son los utensilios básicos, así como cepillos para el suelo y para los textiles y varios paños. Un limpiador jabonoso neutro para las superficies más delicadas, desengrasantes y desinfectantes son los productos imprescindibles para arrancar la suciedad.
Las ventanas son las siguientes estructuras que debes tratar. Con un producto adecuado, debes frotar los cristales hasta que las marcas y la suciedad desparezcan. Luego será el turno del mobiliario. Es fundamental conocer la sensibilidad de tus muebles a los productos de limpieza, ya que algunos pueden dañarlos. Pasar la aspiradora y fregar el suelo serán las tareas que completarán la limpieza de esas dependencias.
El baño y la cocina son dos estancias que, por sus características, implican un mayor esfuerzo. Nuestros operarios cuentan con las herramientas y los conocimientos necesarios para que estas dependencias luzcan en perfecto estado de revista. Limpiar con agua y jabón y desengrasante, cuando sea necesario, los azulejos, las paredes y el mobiliario de cocina y baño es básico en el trabajo de saneamiento. Si realizas una limpieza general cada varios meses, tu vivienda o espacio comercial lucirán como el primer día.